Por Santa Gertrudis de Helfta
(1256-1301), monja benedictina Ejercicios, n° 5 ; SC 127
"¿No veis? ¿Todavía no comprendéis?”
“Dios mío,
desde la aurora te busco " (Sal 62,2 tipos de Vulg) … Oh luz serena de mi
alma, resplandeciente por la mañana, nace en mi cada mañana; brilla sobre mí
con tanta claridad que "en tu luz contemple la luz" (Sal. 35,10). Que
por ti, mi noche se convierta en día. Mi mañana deseada, que por amor de tu
amor, tenga por nada y vanidad todo lo que no eres tú. Visítame desde el
amanecer, para transformarme totalmente en ti… Destruye lo que es mío; haz que
me transforme totalmente en ti, de modo que nunca más pueda encontrarme en mí
durante este tiempo limitado, sino que permanezca estrechamente unida a ti por
toda la eternidad…
¿Cuándo seré saciada por una belleza tan
grande y brillante? ¿Tú Jesús, Estrella resplandeciente de la mañana (Ap
22,16), resplandeciente de claridad divina, cuándo seré iluminada por tu presencia?
¿Esplendor tan digno de amor, cuándo me saciarás de ti? ¡Oh, si solamente aquí
abajo pudiera percibir un poco, los delicados rayos de tu belleza…, por lo
menos saborear anticipadamente tu dulzura, saborearte de antemano, tu que eres
mi herencia elegida! (cf Sal. 15,5)… Tú eres el espejo resplandeciente de la
santa Trinidad que permite contemplar a los de mirada pura y limpio corazón (Mt
5,8): allí arriba cara a cara, aquí abajo sólo un reflejo.