Por el Papa Francisco
Mensaje para
la Jornada mundial de las misiones 19/5/2013 (trad. © copyright Libreria
Editrice Vaticana)
“Les dio poder sobre los malos espíritus”
Vivimos en una época de crisis que afecta a
muchas áreas de la vida, no sólo la economía, las finanzas, la seguridad
alimentaria, el medio ambiente, sino también la del sentido profundo de la vida
y los valores fundamentales que la animan. La convivencia humana está marcada
por tensiones y conflictos que causan inseguridad y fatiga para encontrar el
camino hacia una paz estable. En esta situación tan compleja, donde el
horizonte del presente y del futuro parece estar cubierto por nubes
amenazantes, se hace aún más urgente el llevar con valentía a todas las
realidades, el Evangelio de Cristo, que es anuncio de esperanza,
reconciliación, comunión; anuncio de la cercanía de Dios, de su misericordia,
de su salvación; anuncio de que el poder del amor de Dios es capaz de vencer
las tinieblas del mal y conducir hacia el camino del bien.
El hombre de nuestro tiempo necesita una
luz fuerte que ilumine su camino y que sólo el encuentro con Cristo puede
darle. Traigamos a este mundo, a través de nuestro testimonio, con amor, la
esperanza que se nos da por la fe. La naturaleza misionera de la Iglesia no es
proselitista, sino testimonio de vida que ilumina el camino, que trae esperanza
y amor. La Iglesia –lo repito una vez más– no es una organización asistencial,
una empresa, una ONG, sino que es una comunidad de personas, animadas por la
acción del Espíritu Santo, que han vivido y viven la maravilla del encuentro
con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegría, compartir
el mensaje de salvación que el Señor nos ha dado. Es el Espíritu Santo quién
guía a la Iglesia en este camino.