Comentario del Evangelio por:
San [Padre] Pío de Pietrelcina (1887-1968), capuchino
CE 57; Ep 3,400s
“¿Por qué pide un signo esta generación?”
El acto de fe más bello es
el que brota de los labios en plena oscuridad, en medio de los sacrificios, los sufrimientos, en el
supremo esfuerzo de una voluntad firme de
hacer el bien. Como el rayo, este acto de fe rasga las tinieblas de tu
alma; en medio de los relámpagos de la
tormenta te levanta y te conduce a Dios.
La fe viva, la certeza inquebrantable y la adhesión incondicional a la
voluntad del Señor es la luz que ilumina
los pasos del pueblo de Dios en el desierto. Es esta misma luz la que brilla a cada instante en
todo espíritu agradable al Padre. Es esta
la luz que ha conducido a los magos y les ha hecho adorar al Mesías
recién nacido. Es la estrella
profetizada por Balaam (Nm 24,17), la antorcha que guía los pasos de todo hombre que busca a Dios. Ahora bien, esta estrella, esta antorcha,
son las que igualmente iluminan a tu
alma, la que dirige tus pasos para evitar que vacilen, la que fortalece
tu espíritu en el amor de Dios. Tú no la
ves, no la comprendes, pero es que no es necesario. No verás más que tinieblas, pero, ciertamente,
no las de los hijos de la perdición, sino
las que envuelven al Sol eterno. Ten por seguro que este Sol resplandece
en tu alma; el profeta del Señor ha
cantado, refiriéndose a ella: “Tu luz nos hace ver la luz” (Sal 36,10).