Comentario del Evangelio por Santa Juliana de Norwich (1342-1416),
Reclusa inglesa “Revelaciones de amor divino”, cap. 52
"¿Acaso ves algo?"
Vi que Dios se regocija de ser nuestro
padre, Dios se regocija de ser nuestra madre, Dios se regocija de ser nuestro
verdadero esposo y de tener nuestra alma por su esposa muy amada. Cristo se
regocija de ser nuestro hermano, Jesús se regocija de ser nuestro Salvador…
Durante nuestra existencia, nosotros que vamos a ser salvados, conocemos una
mezcla asombrosa del bien y el dolor. Tenemos en nosotros a nuestro Señor
Jesucristo resucitado, y también la miseria y la malicia de la caída y de la
muerte de Adán… Por la caída de Adán quedamos tan quebrantados que, por el
pecado y por sufrimientos diversos, tenemos el sentimiento de estar en las
tinieblas; ciegos, apenas podemos probar el menor consuelo.
Pero por nuestra voluntad, nuestro deseo,
permanecemos en Dios y creemos con confianza en su misericordia y en su gracia;
así es como actúa en nosotros. Por su bondad abre los ojos de nuestro entendimiento,
que nos muestra a veces más, a veces menos, según la capacidad que nos concede.
Unas veces nos eleva, y otras permite que caigamos. Esta mezcla es tan
desconcertante que nos es difícil de saber, en cuanto a mí mismo o en cuanto a
nuestros semejantes en Cristo, en qué camino estamos, tan cambiante es lo que
sentimos.
Pero lo que
cuenta es decirle un "sí" a Dios a pesar de lo que sentimos,
queriendo estar verdaderamente con él, con todo nuestro corazón, con toda
nuestra alma, con todas nuestras fuerzas (Mc 12,30); entonces odiamos y
despreciamos nuestro impulso al mal… Permanezcamos en esta disposición cada día
de nuestra vida.