Evangelio según San Marcos 10,1-12.
“Después que
partió de allí, Jesús fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de
él y, como de costumbre, les estuvo
enseñando una vez más. Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a
prueba, le plantearon esta cuestión:
"¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?". Él les respondió: "¿Qué es lo que Moisés les ha
ordenado?". Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y
separarse de ella". Entonces Jesús les
respondió: "Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la
dureza del corazón de ustedes. Pero desde
el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y
los dos no serán sino una sola carne. De
manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo
que Dios ha unido". Cuando regresaron
a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. Él les dijo: "El que se
divorcia de su mujer y se casa con otra, comete
adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se
casa con otro, también comete adulterio".
Comentario del Evangelio por: San Juan Crisóstomo
(hacia 345-407),
presbítero
en Antioquia, después obispo de
Constantinopla,
doctor de la
Iglesia Homilía 20 sobre la carta a los
Efesios, 4,8,9; PG 62, 140s
«El
hombre... se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne»
¿Qué es lo que debes decir a tu mujer? Dile
con toda dulzura: «... Yo te he
escogido, te amo y te prefiero más que a mi propia vida. La existencia
de ahora no es nada; por eso mis
oraciones, recomendaciones y todos mis actos van dirigidos a que
se nos conceda pasar esta vida de manera tal que podamos estar reunidos en
la vida futura sin temor alguno de
separación. El tiempo que vivimos es
corto y frágil. Si se nos concede poder agradar
a Dios durante esta vida, eternamente estaremos
con Cristo y el uno con el otro en una felicidad sin límites. Tu amor me
llena de gozo más que todo y no
conocería una desdicha más insoportable que estar separado de ti. Aunque tuviera que perderlo todo llegar a
ser más pobre que un mendigo, arriesgar
los más grandes peligros, aguantar lo que fuera, todo me sería soportable con tal que permanezca tu afecto hacia mí. Es
sólo contando con este amor que desearé
hijos.»
Será también
necesario que tu conducta sea conforme a estas palabras... Demuestra a tu mujer que aprecias en mucho el
poder vivir con ella y que, por ella,
prefieres estar en casa que en la plaza. Prefiérela a todos los amigos e incluso a los hijos que ella te ha dado; y que éstos te amen a ti por ella...
Haced en
común vuestras oraciones. Que cada uno vaya a la iglesia y en casa el marido pregunte a su mujer, y la mujer a su
marido, que es lo que allí se ha dicho y
leído... Aprended el temor de Dios; todo lo demás irá viniendo como de
una fuente y vuestra casa se llenará de
bienes innumerables. Aspiremos a los bienes
incorruptibles, que los otros no nos faltarán. «Buscad primero el Reino
de Dios, nos dice el Evangelio, y todo
lo demás se os dará por añadidura» (MT 6, 33).