Con ocasión de la celebración del Día Internacional de la Mujer, Monseñor Ignacio Ducasse, Obispo de Valdivia, entrega su afectuoso saludo a todas las mujeres, especialmente a las mujeres que componen la Iglesia valdiviana.
Viernes 07 de Marzo del 2014
Queridas
hermanas:
En una nueva
celebración del Día Internacional de la Mujer, permítanme saludarlas y
bendecirlas.
Pero, sobre todo, agradecerles por la vida entregada en esta
Diócesis, en todos los
ámbitos que construyen nuestra sociedad y nuestra experiencia de fe.
En este año
en que la Iglesia chilena nuevamente nos invita a sumarnos a la misión,
es de vital importancia que la fuerza evangelizadora de Uds. se oriente con pasión y creatividad a responder a los insistentes llamados del Papa Francisco, para que de una vez salgamos de nosotros mismos para ir donde el Reino clame.
El Papa
Pablo VI, en la clausura de concilio Vaticano II, se dirigió a las mujeres
con sabias y clarividentes palabras. Palabras que traspasan el tiempo para animar la vocación y misión de Uds.
“La Iglesia
está orgullosa, vosotras lo sabéis, de haber elevado y liberado a la mujer,
de haber hecho resplandecer, en el curso de los siglos, dentro de la diversidad de los caracteres, su innata igualdad con el hombre. Pero llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzado hasta ahora.
Por eso, en este momento en que la humanidad conoce una
mutación tan profunda,
las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga”.
En toda
época y en todo tiempo hay desafíos pastorales, evangélicos, que nos
hablan; hoy también somos testigos de grandes mutaciones sociales que no siempre humanizan más nuestra vida y nuestro mundo. Las palabras de Pablo VI resuenan hoy, como un nuevo clamor a las mujeres creyentes a que vean en ellas mismas todas las posibilidades con las que pueden ayudar a la humanidad en esta hora, desde el espíritu del Evangelio.
Todos
experimentamos un nuevo renacer en la Iglesia, algo así como un frescor, que
nos dice que sí pueden cambiar muchas cosas en nosotros. A eso nos invita el testimonio del Papa Francisco, por ejemplo. Pero sobre todo, la invitación del Espíritu es contemplar con ojos nuevos las posibilidades que hay en cada una de Uds. y en toda la Iglesia de ser verdaderas embajadoras, profetas de la Buena Nueva, y de la alegría del Evangelio.
Una mujer
extraordinaria, confrontada a uno de los sucesos más terribles de la
historia, genocidio nazi, se encontró con Dios, buceando hacia lo más profundo de su ser. Buscaba repuestas, pero sobre todo un sentido para sobrevivir a todo el horror que veía a su alrededor. Su nombre, Etty Hillesum. Ella también respondió al clamor de su tiempo desde la fe. Su testimonio traspasa las barreras de los años, porque su experiencia se hace trascendente desde Dios. Esta joven mujer oraba a Dios prometiéndole: “Esté donde esté, intentaré irradiar un poco de amor, del verdadero amor al prójimo que hay en mí". Y añade “Voy a ayudarte, Dios mío, a no apagarte en mí”(12 de julio de 1942).
Queridas
hermanas, no dejen apagar a Dios en Uds. ese es el primer desafío
misionero, fortalezcan su fe, fórmenla, fortalézcanla. Que Dios sea realmente en Uds. la imagen, la impronta de su ser. Sean plenamente mujeres en Cristo y decididamente misioneras en el mundo de hoy. Cuidando a Dios en Uds. y dándose desde donde estén, con amor, a los demás.
Quiero
expresarles también, un clamor del Reino, un desafío pastoral en nuestra
Diócesis. Iniciaremos nuestra misión centrados en la familia. Centraremos nuestra fuerza evangelizadora en las familias de Valdivia. No necesito decirles, cuánto bien pueden hacer Uds. desde su ser y vocación.
Sean las
discípulas que esperamos, sean las mujeres de fe que necesita su Iglesia,
hagan resplandecer su ser femenino como fermento en la masa.
Que el Señor
las haga valientes y sabias. Valientes, para no alejar a Dios de sus
vidas y anunciarlo con verdadero profetismo femenino. Sabias, para comprender lo que esta joven mujer judía descubrió como respuesta a ese momento histórico que reclamó lo mejor de ella para que la muerte no venciera. Ella lo expresó así, escribiendo a Dios:
“hay una
cosa que se me presenta cada vez con mayor claridad: no eres tú quien
puede ayudarnos, sino nosotros quienes podemos ayudarte a ti y, al hacerlo, ayudarnos a nosotros mismos. Esto es todo lo que podemos salvar en esta época, y también lo único que cuenta: un poco de ti en nosotros, Dios mío".
Queridas
hermanas, felicidades en este día.
Les bendice
con afecto de Pastor,
+ Ignacio
Ducasse Medina
Obispo de
Valdivia
Valdivia,
07/03/2014
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