Evangelio según San Mateo
5,17-19.
“Yo no vine a abolir la ley, sino para cumplirla”.
“Jesús dijo a sus discípulos: "No piensen que vine para abolir la
Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes
que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice.
El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los
otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En
cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los
Cielos."
Comentario del Evangelio por
San Cipriano (c. 200-258), obispo de Cartago y mártir
Tratado sobre la envidia y los celos, 12-15; CSEL 3, pag. 427-430
“El cumplimiento de la ley: el amor operante”
“Revestir el nombre de Cristo sin seguir el camino de Cristo ¿no es
traicionar el nombre divino y abandonar el camino de la salvación? Porque el
mismo Señor enseña y declara que el hombre que guarda sus mandamientos entrará
en la vida (Mt 19,17). Que el que escucha sus palabras y las pone en práctica
es un sabio (Mt 7,24) y que aquel que las enseña y conforma su vida según ellas
será llamado grande en el reino de los cielos. Toda predicación buena y
saludable no aprovechará al predicador si la palabra que sale de su boca no se
convierte luego en actos.
Así que ¿hay un mandamiento
que el Señor haya enseñado con más insistencia a sus discípulos que este de
amar los unos a los otros con el mismo amor con que él nos ha amado? (Jn 13,34)
¿Se encontrará entre los consejos que conducen a la salvación y entre los
preceptos divinos un mandamiento más importante para guardar y observar? Pero
como el que por la envidia se ha vuelto incapaz de actuar como un hombre de paz
y de corazón ¿podrá guardar la paz o el amor del Señor?
Por esto, el apóstol Pablo
proclamó también los méritos de la paz y de la caridad. Afirmó con fuerza que
ni la fe ni las limosnas ni siquiera los sufrimientos del martirio no le
servirían de nada si no respetara los lazos de la caridad (cf 1Cor 13,1-3)”.