Evangelio
según San Juan 7,1-2.10.25-30.
“El que me
envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen”.
“Jesús
recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban
matarlo.
Se acercaba
la fiesta judía de las Chozas,
Sin embargo,
cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto,
sin hacerse ver.
Algunos de
Jerusalén decían: "¿No es este aquel a quien querían matar?
¡Y miren
cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las
autoridades que es verdaderamente el Mesías?
Pero
nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie
sabrá de dónde es".
Entonces
Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: "¿Así que ustedes me conocen y
saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que
me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen.
Yo sí lo
conozco, porque vengo de él y es él el que me envió".
Entonces quisieron
detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado
su hora”.
Comentario
del Evangelio por San Agustín
(354-430),
obispo de Hipona (Norte de África) y doctor de la Iglesia
Sermón sobre
el evangelio de Juan, n° 31, 3-4; CCL 36, 294-295
“Me conocéis
y no me conocéis”.
“Gritaba,
pues, Jesús mientras enseñaba en el templo: Me conocéis y sabéis de dónde soy;
mas no he venido por mí mismo, pero es veraz quien me envió, al que vosotros no
conocéis. Esto es decir: “Me conocéis y no me conocéis”; esto es decir: Sabéis
de dónde soy y no sabéis de dónde soy. Sabéis de dónde soy, Jesús de Nazaret, a
cuyos padres también conocéis. De hecho, en este asunto se ocultaba sólo el
parto virginal… respecto a Jesús conocían por entero todo lo que se refiere al
hombre: su rostro era conocido, su patria era conocida, su ascendencia era
conocida, se sabía donde nació. Con razón, pues, según la carne y la efigie
humana que llevaba, dijo: “Me conocéis y sabéis de dónde soy.
En cambio, según la divinidad, dijo: “Mas
no he venido por mí mismo, pero es veraz quien me envió, al que vosotros no
conocéis; pero, para conocerlo, creed en quien me envió, y lo conoceréis. En
efecto, nadie ha visto nunca a Dios, sino que el Unigénito Hijo que está en el
seno del Padre, ése mismo lo explicó con todo detalle; y: Al Padre no lo conoce
sino el Hijo y a quien el Hijo quiera revelarlo” (Lc 10,22)... Yo lo conozco.
Preguntadme, pues, para que lo conozcáis… Porque procedo de él, y él mismo me
envió. Magníficamente ha manifestado una y otra cosa. Afirma “procedo de él”
porque, en cuanto Hijo, procede del Padre y cualquier cosa que es el Hijo
procede de aquel cuyo Hijo es. Por eso llamamos “Dios de Dios” al Señor Jesús,
y al Padre no lo llamamos “Dios de Dios”, sino sólo “Dios”; y llamamos al Señor
Jesús “Luz de Luz”, y al Padre no lo llamamos “Luz de Luz”, sino sólo “Luz”. A
esto, pues, se refiere lo que dijo: Procedo de él”.
Salmo 34(33),17-18.19-20.21.23.
“Exhortación
a la práctica del bien”
El Señor
rechaza a los que hacen el mal
para borrar
su recuerdo de la tierra.
Cuando ellos
claman, el Señor los escucha
y los libra
de todas sus angustias.
El Señor
está cerca del que sufre
y salva a
los que están abatidos.
El justo
padece muchos males,
pero el
Señor lo libra de ellos.
El cuida
todos sus huesos,
no se
quebrará ni uno solo.
Pero el
Señor rescata a sus servidores,
y los que se
refugian en él no serán castigados.