Evangelio según San
Juan 10,1-10.
“He venido para que
tengan Vida".
Jesús dijo a los
fariseos: "Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de
las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante.
El que entra por la
puerta es el pastor de las ovejas.
El guardián le abre
y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace
salir.
Cuando las ha
sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su
voz.
Nunca seguirán a un
extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz".
Jesús les hizo esta
comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.
Entonces Jesús
prosiguió: "Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.
Todos aquellos que
han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han
escuchado.
Yo soy la puerta.
El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento.
El ladrón no viene
sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan
Vida, y la tengan en abundancia."
Comentario del
Evangelio por San Agustín (354-430),
obispo de Hipona
(África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón 46, sobre
los pastores; CCL 41, 529
“He venido para que
tengan vida y la tengan en abundancia”
“Dice, en efecto: He aquí que yo mismo
buscaré mis ovejas, las cuidaré, como cuida el pastor su rebaño. Los malos
pastores no se preocuparon; no las rescataron con su sangre… Mis ovejas
escuchan mi voz y me siguen. En medio de las ovejas dispersas buscaré a las
mías, las sacaré de todo lugar en que estuvieren descarriadas en el día de las
nubes y de la tormenta. Cuando es difícil encontrarlas, entonces yo las
encontraré… Las sacaré de entre los pueblos, las recogeré de las regiones, las
conduciré a su tierra y las apacentaré en los montes de Israel.
Constituyó como montes de Israel a los
autores de las Escrituras divinas. Apacentaos allí para hacerlo con seguridad.
Cuanto oigáis que procede de allí deleite vuestro paladar; rechazad cuanto sea
extraño. No os extraviéis en la niebla, oíd la voz del pastor. Reuníos en los montes
de la Sagrada Escritura; allí se encuentran las delicias de vuestro corazón;
nada hay venenoso, nada ajeno; hay pastos ubérrimos… Y en los riachuelos y en
todo lugar de la tierra. En estos montes que os he mostrado tienen su cabecera
los riachuelos de la predicación evangélica, cuando en toda la tierra se
extendió su voz y todo lugar de la tierra se hizo alegre y fecundo para las
ovejas que han de ser apacentadas. Las apacentaré en buenos pastos…
Las apacentaré en buenos pastos… y tendrán
allí su aprisco, es decir, el lugar donde descansen, donde digan: “Se está
bien”; donde digan: “Es verdad, está claro, no nos engañaron”. Descansarán en
la gloria de Dios, como en sus apriscos”.