Evangelio según San
Juan 13,16-20.
“Crean que Yo Soy”.
Después de haber
lavado los pies a los discípulos, Jesús les dijo:
"Les aseguro
que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el
que lo envía.
Ustedes serán
felices si, sabiendo estas cosas, las practican.
No lo digo por
todos ustedes; yo conozco a los que he elegido. Pero es necesario que se cumpla
la Escritura que dice: El que comparte mi pan se volvió contra mí.
Les digo esto desde
ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo Soy.
Les aseguro que el
que reciba al que yo envíe, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que
me envió".
Comentario del Evangelio por Papa Francisco
Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium / La alegría del evangelio”
§ 24 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)
“El mensajero no es más grande que el que lo envía”
“La Iglesia en salida es la comunidad de
discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que
fructifican y festejan. «Primerear»: sepan disculpar este neologismo.
La comunidad
evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en
el amor (cf. 1 Jn 4,19); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa
sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de
los caminos para invitar a los excluidos (cf. Lc 14,23).
Vive un deseo
inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita
misericordia del Padre y su fuerza difusiva. ¡Atrevámonos un poco más a
primerear!
Como consecuencia, la Iglesia sabe
«involucrarse». Jesús lavó los pies a sus discípulos. El Señor se involucra e
involucra a los suyos, poniéndose de rodillas ante los demás para lavarlos.
Pero luego dice a los discípulos: «Seréis felices si hacéis esto» (Jn 13,17).
La comunidad
evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica
distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida
humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores
tienen así «olor a oveja» y éstas escuchan su voz” (cf. Jn 10,3).