Evangelio según San Juan 15,1-8.
«Yo soy la
verdadera vid y mi Padre es el viñador».
Jesús dijo a sus
discípulos:
«Yo soy la
verdadera vid y mi Padre es el viñador.
El corta todos mis
sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía.
Ustedes ya están
limpios por la palabra que yo les anuncié.
Permanezcan en mí,
como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no
permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid,
ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto,
porque separados de mí, nada pueden hacer.
Pero el que no
permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge,
se arroja al fuego y arde.
Si ustedes
permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y
lo obtendrán.
La gloria de mi
Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»
Comentario del Evangelio por Juan Taulero (v. 1300-1361),
dominico en Estrasburgo Sermón 7
"El que permanece en mí, y yo en él, ése da mucho fruto"
“Cuando el hombre
noble siente en él una inclinación a poseer a Dios o la gracia o sea lo que
sea, debe pensar poco en el consuelo personal que esto le valdrá… Aquellos que
entregan completamente a Dios sus dones corporales y espirituales, son los
únicos que se hacen capaces y dignos de recibir, en todo tiempo, más gracias
todavía… Hijos míos, existen estos hombres como el tronco de la vid.
Exteriormente es negro, seco y de poco valor. Al que no lo conociera, le
parecería que sólo sirve para ser echado al fuego y quemado. Pero por dentro,
en el corazón de esta cepa, están escondidas las venas llenas de vida y una
gran fuerza que produce la fruta más preciosa y más dulce de la viña y el árbol
que jamás se hubiera referido.
Así existen estas personas, las más
amables, las que tienen sus ojos fijos en Dios. Por fuera, en apariencia, son
como la gente que se deteriora, se parecen al bosque negro y seco, porque son
humildes y pequeños fuera. No son gente de grandes frases, de grandes obras y
de grandes prácticas; no viven de apariencias y, según su propia opinión, no
brillan en nada. ¡Pero el que ha conocido la vena plena de vida que está en su
interior donde renuncian a lo que son por su naturaleza propia, donde Dios es
su divisa y su apoyo, qué felicidad les proporcionará este conocimiento!”