"En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?".
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?
Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las
noventa y nueve que no se extraviaron.
De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños".
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?
Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las
noventa y nueve que no se extraviaron.
De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños".
Comentario del Evangelio por San Clemente de Alejandría (150-v. 215),
teólogo El Pedagogo, I, 53-56 ; SC 70
“Vuestro Padre que está en el cielo, no quiere que se pierda ni uno solo de
estos pequeños”
estos pequeños”
"Tras haber mostrado que la Escritura nos da a todos el nombre de niños, y
que cuando seguimos a Cristo se nos llama alegóricamente “pequeños” (Mt 18,3;
19,13; Jn 21,5)... debemos decir quién es nuestro Pedagogo.
Se llama Jesús. Algunas veces se llama a sí mismo “pastor”, y dice: “Yo soy el
buen pastor” (Jn 10,11. 14). Con una metáfora tomada de los pastores que guían sus ovejas se indica al Pedagogo, guía de los niños, solícito pastor de los pequeños; porque se les denomina alegóricamente ovejas a los pequeños por su sencillez.
“Y todos formarán afirma, un solo rebaño y un solo pastor”(Jn 10,16). Con
razón el Verbo es llamado pedagogo, puesto que a nosotros, los niños, nos conduce a la salvacion. Con toda claridad, él dice de sí mismo por boca de Oseas: “Yo soy su educador” (Os 5,2).
La religión es una pedagogía que comporta el aprendizaje del servicio de Dios,
la educación para alcanzar el conocimiento de la verdad, y la recta formación que conduce al cielo... como el piloto que gobierna su nave y procura poner a salvo a la tripulación, así también el Pedagogo guía a los niños hacia un género de vida saludable, por el solícito cuidado que tiene de nosotros... Pero nuestro Pedagogo, en cambio, es el Santo Dios Jesús, el Verbo que guía a toda la humanidad; Dios mismo, que ama a los hombres, es nuestro pedagogo.
En el “Cántico”, el Espíritu Santo habla de Él así: “Provey de lo necesario,
cuando estaba atormentado por la ardiente sed en los áridos parajes; lo protegió, lo educó y lo guardó como a la pupila de sus ojos; como el águila protege su nido y a sus polluelos, así él, extendiendo sus alas, los tomó y los llevó sobre sus plumas.
Slo el Seor los guiaba, y entre ellos no había ningún dios extranjero” (Dt 32,10-12).
cuando estaba atormentado por la ardiente sed en los áridos parajes; lo protegió, lo educó y lo guardó como a la pupila de sus ojos; como el águila protege su nido y a sus polluelos, así él, extendiendo sus alas, los tomó y los llevó sobre sus plumas.
Slo el Seor los guiaba, y entre ellos no había ningún dios extranjero” (Dt 32,10-12).