"En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?".
Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros,
Jeremías o alguno de los profetas".
"Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?".
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
vivo".
Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado
ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.
Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de
la Muerte no prevalecerá contra ella.
Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará
atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".
Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Comentario del Evangelio por: el Papa Benedicto XVI
Ángelus del 24/08/08 (trad. © Libreria Editrice Vaticana)
«Sobre esta piedra, edificaré mi Iglesia»
"Entonces el Señor interpeló directamente a los Doce: «¿Y vosotros quién decís que soy yo?». En nombre de todos, con impulso y decisión, fue Pedro quien tomó la palabra: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo».
Solemne profesión de fe, que desde entonces la Iglesia continúa repitiendo.
También nosotros queremos proclamar esto hoy, con íntima convicción: ¡Sí,
Jesús, tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo! Lo hacemos con la conciencia de que Cristo es el verdadero «tesoro» por el que vale la pena sacrificarlo todo;
Él es el amigo que nunca nos abandona, porque conoce las esperanzas más íntimas de nuestro corazón. Jesús es el «Hijo del Dios vivo», el Mesías prometido, venido a la tierra para ofrecer a la humanidad la salvación y para satisfacer la sed de vida y amor que habita en todo ser humano. ¡Qué beneficio tendría la humanidad si acogiera este anuncio que trae consigo la alegría y la paz! «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo».
A esta inspirada profesión de fe por parte de Pedro, Jesús replica: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos». Fue la primera vez que Jesús habla de la Iglesia, cuya misión es la actualización del diseño grandioso de Dios, de reunir en Cristo a la humanidad entera en una única familia.
La misión de Pedro, y de sus sucesores, es precisamente la de servir a esta
unidad de la única Iglesia de Dios formada por judíos y paganos; su ministerio
indispensable es el de hacer que esta no se identifique nunca con una sola nación, con una sola cultura, sino que sea la Iglesia de todos los pueblos, para hacer presente entre los hombres, marcados por numerosas divisiones y contrastes, la paz de Dios y la fuerza renovadora de su amor. Servir por tanto a la unidad interior que proviene de la paz de Dios, la unidad de cuantos en Jesucristo se han convertido en hermanos y hermanas: ésta es la misiónpeculiar del Papa, Obispo de Roma y sucesor de Pedro.
«Sobre esta piedra, edificaré mi Iglesia»
"Entonces el Señor interpeló directamente a los Doce: «¿Y vosotros quién decís que soy yo?». En nombre de todos, con impulso y decisión, fue Pedro quien tomó la palabra: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo».
Solemne profesión de fe, que desde entonces la Iglesia continúa repitiendo.
También nosotros queremos proclamar esto hoy, con íntima convicción: ¡Sí,
Jesús, tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo! Lo hacemos con la conciencia de que Cristo es el verdadero «tesoro» por el que vale la pena sacrificarlo todo;
Él es el amigo que nunca nos abandona, porque conoce las esperanzas más íntimas de nuestro corazón. Jesús es el «Hijo del Dios vivo», el Mesías prometido, venido a la tierra para ofrecer a la humanidad la salvación y para satisfacer la sed de vida y amor que habita en todo ser humano. ¡Qué beneficio tendría la humanidad si acogiera este anuncio que trae consigo la alegría y la paz! «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo».
A esta inspirada profesión de fe por parte de Pedro, Jesús replica: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos». Fue la primera vez que Jesús habla de la Iglesia, cuya misión es la actualización del diseño grandioso de Dios, de reunir en Cristo a la humanidad entera en una única familia.
La misión de Pedro, y de sus sucesores, es precisamente la de servir a esta
unidad de la única Iglesia de Dios formada por judíos y paganos; su ministerio
indispensable es el de hacer que esta no se identifique nunca con una sola nación, con una sola cultura, sino que sea la Iglesia de todos los pueblos, para hacer presente entre los hombres, marcados por numerosas divisiones y contrastes, la paz de Dios y la fuerza renovadora de su amor. Servir por tanto a la unidad interior que proviene de la paz de Dios, la unidad de cuantos en Jesucristo se han convertido en hermanos y hermanas: ésta es la misiónpeculiar del Papa, Obispo de Roma y sucesor de Pedro.