"En aquel tiempo al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás".
Comentario del Evangelio por: San Juan-María Vianney (1786-1859)
presbítero, párroco de Ars Sermón para el domingo 3º después de Pentecostés
«Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del
Hombre para esta generación»
"Hermanos, si recorremos las diferentes edades del mundo vemos que toda la
tierra está cubierta de las misericordias del Señor, y los hombres envueltos en sus beneficios.
«Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del
Hombre para esta generación»
"Hermanos, si recorremos las diferentes edades del mundo vemos que toda la
tierra está cubierta de las misericordias del Señor, y los hombres envueltos en sus beneficios.
No hermanos, no es el pecador quien vuelve a Dios para pedirle perdón, sino que es el mismo Dios que corre a buscar al pecador y le hace volver a él...
Espera que los pecadores hagan penitencia y les invita a través de movimientos
interiores de su gracia y por la voz de sus ministros.
Fijaos como se comporta con Nínive, esta gran ciudad pecadora. Antes de castigar a sus habitantes, manda al profeta Jonás que vaya de su parte a
anunciarles que dentro de cuarenta días les va a castigar. Jonás, en lugar de ir a
Nínive, huye hacia el otro lado. Quiere atravesar el mar; pero Dios, antes de
castigar a los ninivitas sin haberles advertido con anterioridad y para mantener en vida a su profeta, hace un milagro y lo guarda en el vientre de la ballena durante tres días y tres noches, la cual, al cabo de tres días lo vomita sobre la tierra.
Entonces el Señor dice a Jonás: «Ve a anunciar a la gran ciudad que dentro de
cuarenta días perecerá». No les pone condiciones de ninguna clase. El profeta va y anuncia a Nínive que dentro de cuarenta días perecerá.
Ante esta noticia todos se entregan a la penitencia y al llanto, desde el campesino hasta el rey. «¿Quién sabe, les dice el rey, si el Señor todavía va a
apiadarse de nosotros?».
Espera que los pecadores hagan penitencia y les invita a través de movimientos
interiores de su gracia y por la voz de sus ministros.
Fijaos como se comporta con Nínive, esta gran ciudad pecadora. Antes de castigar a sus habitantes, manda al profeta Jonás que vaya de su parte a
anunciarles que dentro de cuarenta días les va a castigar. Jonás, en lugar de ir a
Nínive, huye hacia el otro lado. Quiere atravesar el mar; pero Dios, antes de
castigar a los ninivitas sin haberles advertido con anterioridad y para mantener en vida a su profeta, hace un milagro y lo guarda en el vientre de la ballena durante tres días y tres noches, la cual, al cabo de tres días lo vomita sobre la tierra.
Entonces el Señor dice a Jonás: «Ve a anunciar a la gran ciudad que dentro de
cuarenta días perecerá». No les pone condiciones de ninguna clase. El profeta va y anuncia a Nínive que dentro de cuarenta días perecerá.
Ante esta noticia todos se entregan a la penitencia y al llanto, desde el campesino hasta el rey. «¿Quién sabe, les dice el rey, si el Señor todavía va a
apiadarse de nosotros?».
El Señor, viendo como recurren a la penitencia, parece alegrarse y poder tener el gozo de perdonarles. Jonás viendo que era llegado el tiempo del castigo, se retiró a las afueras de la ciudad y esperar allí ver como caía sobre la ciudad fuego del cielo.
Viendo que no caía, exclamó: «¡Ah, Señor!, ¿es que queréis hacerme pasar por un falso profeta? Es mejor que me hagas morir. ¡Ah, sé muy bien que sois demasiado bueno, y que sólo queréis perdonar!
Y pues, Jonás, -le dice el Señor-, ¿es que tú querrías que hiciera morir a tantas personas que se han humillado ante mí? ¡Oh no! no, Jonás, yo no sería capaz de ello; sino todo lo contrario, les amaré y los guardaré.»