Evangelio
según San Mateo 5,20-26.
“Les aseguro
que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos,
no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes han
oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado
ante el tribunal.
Pero yo les
digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por
un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín.
Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.
Por lo
tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano
tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte
con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Trata de
llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con
él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te
pongan preso.
Te aseguro
que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo”.
Comentario
del Evangelio por : San Juan Crisóstomo (345-407),
sacerdote de
Antioquía después obispo de
Constantinopla, doctor de la Iglesia.
Homilía sobre la traición de Judas, 6; PG 49,
390
«Ve primero a reconciliarte con tu hermano»
Escucha lo
que dice el Señor: «Cuando vayas a presentar tu ofrenda sobre el altar, si allí te acuerdas que tu hermano
tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, ve primero a
reconciliarte con tu hermano, y después vienes a presentar tu ofrenda ». Pero dirás: « ¿Voy a
dejar allí la ofrenda y el sacrificio?» «Ciertamente, responde él, ya que el
sacrificio es ofrecido precisamente para que
vivas en paz con tu hermano» Si pues el fin del sacrificio es la paz con
tu prójimo, y no proteges la paz, no
sirve para nada que tomes parte en el sacrificio, incluso con tu presencia. Lo primero que tienes que hacer
es ciertamente restablecer la paz, esta
paz por la cual, te lo repito, el sacrificio es ofrecido. De este, entonces,
sacarás mucho provecho.
Porque el
Hijo del hombre ha venido al mundo para reconciliar la humanidad con su Padre. Como Pablo lo dice: «Ahora Dios ha
reconciliado con EL todas las cosas»
(Col 1,22); «Por la cruz en su persona, él ha matado el odio» (Ep 2,16).
Por lo que él que ha venido a hacer la
paz nos proclama igualmente bienaventurados, si
seguimos su ejemplo, y compartimos su nombre: «Felices los que trabajan
por la paz, ellos se llamarán hijos de
Dios» (Mt 5,9). Así pues lo que hace Cristo, el Hijo de Dios, lo realiza también en la medida que es
posible en la naturaleza humana. Hace
reinar la paz en los otros como en ti. Cristo ¿no da el nombre de hijo
de Dios al amigo de la paz? He aquí
porqué la única buena disposición que pide de nosotros a la hora del
sacrificio, es que estemos reconciliados con nuestros hermanos. Nos muestra por ello que de todas las virtudes la
caridad es la más grande.