Evangelio según San Juan 3,1-8.
“El que no nace del
agua y del Espíritu
no puede entrar en
el Reino de Dios”.
“Había entre los
fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los
judíos.
Fue de noche a ver
a Jesús y le dijo: "Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios
para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no
está con él".
Jesús le respondió:
"Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios.
"
Nicodemo le
preguntó: "¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede
entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?".
Jesús le respondió:
"Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en
el Reino de Dios.
Lo que nace de la
carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.
No te extrañes de
que te haya dicho: 'Ustedes tienen que renacer de lo alto'.
El viento sopla
donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo
mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu".
Comentario del
Evangelio por : Homilía atribuida a san Hipólito de Roma
(? –hacia 235),
presbítero y mártir
Homilía para la
fiesta de la Epifanía, sobre la «santa Teofanía»; PG 10, 854-862
“Renacer por el
agua y el Espíritu Santo”
“Os ruego que me
pongáis una atención constante. Quiero remontarme al
manantial de la
vida y hacer brotar de ella la fuente de los remedios. El Padre
Inmortal ha enviado
al mundo a su Hijo inmortal y su Verbo. Éste vino hacia el
hombre para lavarlo
con el agua y el Espíritu. Lo engendró de nuevo por la
incorruptibilidad
del alma y del cuerpo. Nos infundió el Espíritu de vida y nos cubrió
completamente con
una armadura imperecedera. Si el hombre, pues, ha sido
mortal, será
también divinizado. Si después del renacimiento por el baño es
divinizado a través
del agua y del Espíritu Santo, se encontrará, después de la
resurrección de los
muertos, que es heredero del cielo.
Venid, todas las naciones a la inmortalidad
del bautismo... Esta agua es la que
nos hace participar
del Espíritu, riega el paraíso, da de beber a la tierra, hace crecer
las plantas, da a
luz a los vivos y, por decirlo de una vez, engendra al hombre a la
vida haciéndolo
renacer. Cristo fue bautizado en ella, sobre ella el Espíritu
descendió en forma
de paloma...
El que con fe baja al baño de la regeneración
rechaza el vestido de la esclavitud
y se reviste de la
adopción. Sube del bautismo brillante como el sol,
resplandeciendo
justicia. Aún mucho más: sale hijo de Dios y coheredero con Cristo
a quien sean dadas
la gloria y el poder, como también al santísimo Espíritu, bueno
y vivificante,
ahora y siempre por todos los siglos. Amén”.