Evangelio según San Juan 3,7b-15.
“'Ustedes tienen
que renacer de lo alto”.
Jesús dijo a
Nicodemo: 'Ustedes tienen que renacer de
lo alto'.
El viento sopla
donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo
mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu".
"¿Cómo es
posible todo esto?", le volvió a preguntar Nicodemo.
Jesús le respondió:
"¿Tú, que eres maestro en Israel, no sabes estas cosas?
Te aseguro que
nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto,
pero ustedes no aceptan nuestro testimonio.
Si no creen cuando
les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable de las
cosas del cielo?
Nadie ha subido al
cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el
cielo.
De la misma manera
que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario
que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en
él tengan Vida eterna”.
Comentario del
Evangelio por San Hilario (c. 315-367),
obispo de Poitiers
y doctor de la Iglesia La Trinidad, 12,55s; PL 10, 472
“No sabes de dónde
viene ni a dónde va”
“Dios todopoderoso, según el apóstol
Pablo, tu Espíritu “escruta y conoce las profundidades de tu ser” (1C 2,
10-11), e intercede por mi, te habla en mi lugar con “gemidos inenarrables” (Rm
8,26)… Fuera de ti nadie escruta tu misterio; nada que sea extraño a ti no es
suficientemente poderoso para medir la profundidad de tu majestad infinita.
Todo lo que penetra en ti procede de ti; nada de lo que es exterior a ti tiene
el poder de sondearte…
Creo firmemente que tu Espíritu viene de
ti por tu Hijo único; aunque yo no comprendo este misterio, tengo, respecto a
él, una profunda convicción. Porque en las realidades espirituales que son
dominio tuyo, mi espíritu es limitado, tal como lo dice tu Hijo único: “No te
extrañes de que te haya dicho: ‘Tenéis que nacer de nuevo’. Porque el Espíritu
sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va.
Así es todo el que ha nacido del agua y del Espíritu”.
Creo en mi nuevo nacimiento sin
comprenderlo, y en mi fe guardo lo que escapa a mi comprensión. Sé que tengo el
poder de renacer, pero no sé cómo esto se realiza. El Espíritu no tiene ningún
límite; habla cuando quiere, y dice lo que él quiere y donde quiere. La razón de
su partida y de su venida permanecen desconocidas para mi, pero tengo la
profunda convicción de su presencia”.