El Mundo
"La Iglesia es fe y no ideología", dijo el Papa en su misa de despedida
Benedicto XVI ratificó así la doctrina tradicional católica que define su papado.
Julio Algañaraz APARECIDA. ENVIADO ESPECIAL jalganaraz@clarin.com
V Conferencia General del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM), celebrado en Aparecida (Brasil), del 13 al 31 de mayo de 2007. - |
El Papa dijo ayer que la Iglesia "no es proselitista" sino que "es fe y no ideología, ni movimiento social ni sistema económico" en su homilía durante la misa que celebró ante el santuario de Aparecida. El rito inauguró la V Asamblea de obispos latinoamericanos del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) y hubo una neta desilusión entre los organizadores porque acudieron 150 mil personas, según el ministerio de la Defensa brasileño, y no el medio millón que se esperaba. La radio Vaticana estimó que eran 200 mil los fieles presentes.
Por la tarde, Benedicto XVI inauguró la Conferencia del CELAM y después viajó en helicóptero al aeropuerto Guarulhos de San Pablo donde a la noche abordó el avión que lo llevó de regreso a Roma.
En los cinco días de su visita a San Pablo y al santuario de la virgen de Aparecida, a 167 kilómetros de distancia, el Papa centró sus intervenciones en la defensa sin concesiones de la doctrina tradicional católica, sobre todo en materia de moral familiar. Reiteró la necesidad de luchar contra el aborto y el divorcio, contra la eutanasia y los anticonceptivos, y defendió la castidad y la virginidad prematrimonial. Los temas específicos de la realidad latinoamericana, como la pobreza y la miseria, y las enormes desigualdades sociales, fueron evocadas por Benedicto XVI pero en forma secundaria respecto a los temas morales en los que ha centrado su pontificado.
El Papa Benedicto XVI volvió también a arremeter contra las sociedades secularizadas que, según él, ya no tienen a Dios sino al relativismo ético y moral en el centro de sus preocupaciones. Según los críticos, sus reflexiones demostraron una clara continuidad con las exhortaciones que ha hecho en los dos años de pontificados, de clara matriz conservadora y eurocéntrica.
Una señal inquietante para el Papa y su comitiva vaticana fue que también en la proclamación del primer santo brasileño, Fray Galvao, el viernes, la presencia de los fieles fue inferior a la esperada: debían ser entre un millón y un millón y medio, pero en cambio se estimó la multitud entre 500 y 600 mil personas.
Aunque menor, la multitud que ayer se reunió en la gran explanada frente al más importante santuario mariano brasileño se mostró muy entusiasmada y cariñosa con el pontífice alemán. Había más de mil argentinos entre la multitud y se destacaban con sus banderas y sus bullicios los muchachos y las chicas de las escuelas del santo Don Orione.
El obispo de Aparecida, dom Raymundo Damasceno Assis, saludó al Papa y reconoció que la Iglesia brasileña había fallado para frenar "la fuga de fieles a las sectas" y en la lucha "para disminuir las desigualdades sociales". En el primer viaje de Juan Pablo II al Brasil, en 1980, los católicos eran más del 85% de la población, mientras que ahora las estadísticas señalan una contracción al 64% de los 190 millones de habitantes. Las iglesias protestantes, sobre todo las pentecostales, se han nutrido de la hemorragia de millones de católicos y suman ya 40 millones de fieles, según algunos estudios académicos.
En varios de los discursos que pronunció durante su visita, el Papa atribuyó la situación a un "déficit de evangelización".
En la homilía de la misa, Benedicto XVI dijo que el tesoro más rico del continente americano es la "fe en Dios".
El Papa habló sentado en un enorme sillón de madera frente a una imagen de Cristo emplazada ante la Basílica.
En un mensaje, el Papa saludó a los descendientes de africanos que viven en Brasil, al cumplirse un nuevo aniversario del decreto que erradicó la esclavitud, el 13 de mayo de 1988. Cabe recordar que en la Argentina la esclavitud fue abolida en 1813. El pontífice recordó también que ayer se cumplieron 90 años de la primera aparición de la virgen de Fátima.
Un hecho curioso se produjo el sábado al anochecer, cuando la Policía Militar brasileña disolvió una manifestación de 50 jóvenes reunidos en Aparecida para protestar contra la visita del Papa. "¡Abajo el Papa!", "¡El Papa miente!", "¡La Iglesia miente!", gritaban los miembros del grupo, al parecer militantes protestantes pentecostales. La manifestación anticatólica duró pocos minutos, informó ayer el mayor del ejército Jose Mateus Teixeira Ribeiro. "Era una protesta política contra el Papa", dijo el militar, "pero hoy es una fiesta de la Iglesia".
Por la tarde, Benedicto XVI inauguró la Conferencia del CELAM y después viajó en helicóptero al aeropuerto Guarulhos de San Pablo donde a la noche abordó el avión que lo llevó de regreso a Roma.
En los cinco días de su visita a San Pablo y al santuario de la virgen de Aparecida, a 167 kilómetros de distancia, el Papa centró sus intervenciones en la defensa sin concesiones de la doctrina tradicional católica, sobre todo en materia de moral familiar. Reiteró la necesidad de luchar contra el aborto y el divorcio, contra la eutanasia y los anticonceptivos, y defendió la castidad y la virginidad prematrimonial. Los temas específicos de la realidad latinoamericana, como la pobreza y la miseria, y las enormes desigualdades sociales, fueron evocadas por Benedicto XVI pero en forma secundaria respecto a los temas morales en los que ha centrado su pontificado.
El Papa Benedicto XVI volvió también a arremeter contra las sociedades secularizadas que, según él, ya no tienen a Dios sino al relativismo ético y moral en el centro de sus preocupaciones. Según los críticos, sus reflexiones demostraron una clara continuidad con las exhortaciones que ha hecho en los dos años de pontificados, de clara matriz conservadora y eurocéntrica.
Una señal inquietante para el Papa y su comitiva vaticana fue que también en la proclamación del primer santo brasileño, Fray Galvao, el viernes, la presencia de los fieles fue inferior a la esperada: debían ser entre un millón y un millón y medio, pero en cambio se estimó la multitud entre 500 y 600 mil personas.
Aunque menor, la multitud que ayer se reunió en la gran explanada frente al más importante santuario mariano brasileño se mostró muy entusiasmada y cariñosa con el pontífice alemán. Había más de mil argentinos entre la multitud y se destacaban con sus banderas y sus bullicios los muchachos y las chicas de las escuelas del santo Don Orione.
El obispo de Aparecida, dom Raymundo Damasceno Assis, saludó al Papa y reconoció que la Iglesia brasileña había fallado para frenar "la fuga de fieles a las sectas" y en la lucha "para disminuir las desigualdades sociales". En el primer viaje de Juan Pablo II al Brasil, en 1980, los católicos eran más del 85% de la población, mientras que ahora las estadísticas señalan una contracción al 64% de los 190 millones de habitantes. Las iglesias protestantes, sobre todo las pentecostales, se han nutrido de la hemorragia de millones de católicos y suman ya 40 millones de fieles, según algunos estudios académicos.
En varios de los discursos que pronunció durante su visita, el Papa atribuyó la situación a un "déficit de evangelización".
En la homilía de la misa, Benedicto XVI dijo que el tesoro más rico del continente americano es la "fe en Dios".
El Papa habló sentado en un enorme sillón de madera frente a una imagen de Cristo emplazada ante la Basílica.
En un mensaje, el Papa saludó a los descendientes de africanos que viven en Brasil, al cumplirse un nuevo aniversario del decreto que erradicó la esclavitud, el 13 de mayo de 1988. Cabe recordar que en la Argentina la esclavitud fue abolida en 1813. El pontífice recordó también que ayer se cumplieron 90 años de la primera aparición de la virgen de Fátima.
Un hecho curioso se produjo el sábado al anochecer, cuando la Policía Militar brasileña disolvió una manifestación de 50 jóvenes reunidos en Aparecida para protestar contra la visita del Papa. "¡Abajo el Papa!", "¡El Papa miente!", "¡La Iglesia miente!", gritaban los miembros del grupo, al parecer militantes protestantes pentecostales. La manifestación anticatólica duró pocos minutos, informó ayer el mayor del ejército Jose Mateus Teixeira Ribeiro. "Era una protesta política contra el Papa", dijo el militar, "pero hoy es una fiesta de la Iglesia".