Evangelio según San Juan 6,22-29.
“Trabajen, por el
alimento que permanece hasta la Vida eterna”.
“Después de que
Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando
sobre el agua. Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra
orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que
había allí, sino que ellos habían partido solos.
Mientras tanto,
unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan,
después que el Señor pronunció la acción de gracias.
Cuando la multitud
se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las
barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en
la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?".
Jesús les
respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos,
sino porque han comido pan hasta saciarse.
Trabajen, no por el
alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les
dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su
sello".
Ellos le
preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?".
Jesús les
respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha
enviado".
Comentario del Evangelio por Beato Carlos de Foucauld (1858-1916),
ermitaño y misionero en el Sahara Notas de retiro, noviembre 1897
“El deseo de Dios es que creáis en el que os
envió”
“Los sentidos son curiosos: la fe no quiere
conocer nada, querría pasar toda su vida inmóvil al pie del tabernáculo. A los
sentidos les gustan la riqueza y el honor; la fe se horroriza de ellos:
"Bienaventurado los pobres" (Mt 5,3). Adora la pobreza y la humillación
con la que Jesús se cubrió toda su vida
como un traje que fue inseparable de él … Los sentidos se asustan de lo que
ellos llaman peligros, de lo que puede traer el dolor o la muerte; La fe no se
asusta de nada, sabe que le pasará sólo
lo que Dios quiera - "todos los cabellos de su cabeza están contados
" (Mt 10,30) - y que lo que Dios querrá será siempre para su bien -
"Todo lo que sucede es para bien de los elegidos" (Rm 8,28). Así,
ante lo que pueda llegar, pena o alegría, salud o enfermedad, vida o muerte, lo
acepta y no tiene miedo de nada… Los sentidos se inquietan por el mañana, se
preguntan cómo se vivirá mañana; la fe no tiene ninguna inquietud…
La fe lo alumbra todo con una luz nueva,
diferente a la luz de los sentidos, más brillante, distinta. Así el que vive de
fe tiene el alma llena de pensamientos nuevos, de gustos nuevos, de juicios
nuevos; horizontes nuevos que se abren ante él, horizontes maravillosos
iluminados por una luz celeste y bellos de la belleza divina. Envuelto con
estas verdades nuevas, desconocidas por el mundo, necesariamente comienza una
vida nueva, opuesta al mundo al que sus acciones le parecen una locura. El
mundo está en las tinieblas, en una noche profunda. El hombre de fe está lleno
de luz, el camino luminoso por dónde avanza no aparece ante los ojos de los
hombres; estos parecen querer caminar por la vida como locos”.