Evangelio según San
Juan 15,9-17.
“Permanezcan en mi
amor”.
“Jesús dijo a sus
discípulos: «Como el Padre me amó,
también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis
mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi
Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto
para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.»
Este es mi
mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado.
No hay amor más
grande que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis
amigos si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo
servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo
amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los
que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para
que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre
en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando
es que se amen los unos a los otros”.
Comentario del Evangelio por
San Juan Crisóstomo (v. 345-407),
sacerdote en
Antioquía, después obispo de
Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía 3,
sobre los Hechos de
los Apóstoles, 1.2.3. : PG 60, 33-36. 38
(trad. breviario 14/05)
“San Matías, testigo
de la resurrección, escogido por Dios”.
"Uno de aquellos días, «Pedro se puso en
pie en medio de los hermanos y dijo»
(Hch. 1,15s). Pedro, a quien se había encomendado el rebaño de Cristo,
es el primero en hablar, llevado de su
fervor y de su primacía dentro del grupo:
«Hermanos, tenemos que elegir de entre nosotros... a uno de los que nos acompañaron».
Fijaos qué interés
tiene en que los candidatos sean testigos
oculares, aunque aún no hubiera venido el Espíritu.
«Uno de los que nos acompañaron»., precisa, «mientras
convivió con nosotros el Señor Jesús».
Se refiere a los que habían convivido con él, y no sólo a los que habían sido discípulos suyos. «Es sabido, en
efecto, que eran muchos los que lo
seguían desde el principio...» hasta el día de su ascensión, y: «Como
testigo de la Resurrección de
Jesús.»
Pedro no dice:
«Testigo de las demás cosas», sino: «Testigo de la Resurrección». Pues merecía mayor fe quien podía decir: «El
que comía, bebía y fue crucificado, este
mismo ha resucitado».
No era necesario
ser testigo del periodo anterior ni del siguiente,
ni de los milagros, sino sólo de la Resurrección. Pues aquellos otros hechos, habían sido públicos y manifiestos,
en cambio, la Resurrección se había
verificado en secreto y sólo estos testigos la conocían”.