Evangelio según San Juan 14,1-6.
«Nadie va al Padre sino por mí».
«No se turben;
crean en Dios y crean también en mí.
En la casa de mi
Padre hay muchas habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de ir y prepararles un lugar,
volveré para tomarlos conmigo, para que
donde yo esté, estén también ustedes.
Para ir a donde yo voy, ustedes ya conocen el camino».
Entonces Tomás le
dijo: «Señor, nosotros no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?» Jesús contestó: «Yo soy el Camino, la Verdad
y la Vida. Nadie va al Padre sino por
mí».
Comentario del Evangelio por:
Santo Tomás de Aquino (1225-1274),
teólogo dominico,
doctor de la Iglesia Comentario al
evangelio de Juan, 14,2
“Yo soy el Camino,
la Verdad y la Vida”
“Cristo es al mismo
tiempo el camino y el término: el camino en función de su humanidad, el término en función de su
divinidad. Así pues, según es hombre dice:
“Yo soy el Camino” y según es Dios añade: “la Verdad y la Vida”. Estas
dos palabras dicen muy claramente el
término de este camino, porque el término de este camino, es el fin del deseo
humano...
Cristo es el camino
para llegar al conocimiento de la
verdad, puesto que él mismo es la verdad: “Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad” (Sal 85,11).
Y Cristo es el
camino para llegar a la vida, puesto que
él mismo es la vida: “Me enseñarás el sendero de la vida” (Sal 15,11)...
Si buscas por donde
pasar, agárrate a Cristo, puesto que él mismo es el camino: “Es el camino, síguele” (Is 30,21).
Y san Agustín
comenta: “Camina siguiendo al hombre y
llegarás a Dios”. Porque es mejor cojear a lo largo del camino que andar a grandes pasos fuera del camino. El que
cojea durante el camino, aunque no
adelante mucho, se acerca al término; pero el que anda fuera de camino,
cuanto más valientemente corre, tanto
más se aleja del término.
Si buscas a dónde
ir, únete a Cristo, porque Él en persona es la verdad a la cual deseamos llegar: “Es la verdad que mi boca
medita” (Pr 8,7). Si buscas donde
permanecer, únete a Cristo porque él en persona es la vida: “El que me
encuentre encontrará la vida” (Pr 8,35).