“Invitación a la
alabanza”
Bendigan, pueblos,
a nuestro Dios,
hagan oír bien alto
su alabanza:
él nos concedió la
vida
y no dejó que
vacilaran nuestros pies.
Los que temen al
Señor, vengan a escuchar,
yo les contaré lo
que hizo por mí:
apenas mi boca
clamó hacia él,
mi lengua comenzó a
alabarlo.
Bendito sea Dios,
que no rechazó mi
oración
ni apartó de mí su
misericordia.