"Lo que mancha al hombre no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella".
"Entonces, unos fariseos y escribas de Jerusalén se acercaron a Jesús y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de nuestros antepasados y no se lavan las manos antes de comer?".
Jesús llamó a la multitud y le dijo: "Escuchen y comprendan.
Lo que mancha al hombre no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella".
Entonces se acercaron los discípulos y le dijeron: "¿Sabes que los fariseos se escandalizaron al oírte hablar así?".
El les respondió: "Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz.
Déjenlos: son ciegos que guían a otros ciegos. Pero si un ciego guía a otro, los dos caerán en un pozo".
Comentario del Evangelio por : Juan Scot Èrigéne (¿- c.870),
monje benedictino, irlandés
Homilía sobre el prólogo del evangelio de Juan, 11
“Son ciegos que guían a otros ciegos”
Santo teólogo [san Juan], primero llamaste al Hijo de Dios "Verbo", la Palabra de Dios; luego lo llamas "vida" y "luz” (1,1.4). Con razón cambiaste su nombre, para darnos a entender significados diferentes. Lo llamaste "Verbo", porque por Él, el Padre lo dijo todo, cuando habló, enseguida todo fue hecho (Sal. 33,9). Lo llamaste "luz y vida" porque el Hijo es también la luz y la vida de todas las cosas que han sido hechas por él. ¿Qué ilumina? Nada más que a Él mismo y su Padre: Él mismo se ilumina, se da a conocer al mundo, se manifiesta a los que no lo conocen. Esta luz del conocimiento de Dios había abandonado el mundo, cuando el hombre abandonó a Dios.
La luz eterna se revela al mundo de dos modos, por la Escritura y por la creación (Sal.18; Rm 1,20). El conocimiento de Dios se renueva en nosotros sólo por los textos de la Escritura y la vista de la creación. Cuando estudiáis la palabra de Dios y acogéis en el corazón lo que significa: aprendéis a conocer al Verbo. A través de vuestros sentidos corporales percibís las formas magníficas de las cosas accesibles a nuestros sentidos, y reconocéis en ellas a Dios, el Verbo. En todas estas cosas, la verdad no le revelará nada más que al Verbo mismo, el que lo hizo todo (Jn 1,3); fuera de él, no podéis contemplar nada, porque en Él están todas las cosas. Está en toda cosa que existe, cualquiera que sea.
Homilía sobre el prólogo del evangelio de Juan, 11
“Son ciegos que guían a otros ciegos”
Santo teólogo [san Juan], primero llamaste al Hijo de Dios "Verbo", la Palabra de Dios; luego lo llamas "vida" y "luz” (1,1.4). Con razón cambiaste su nombre, para darnos a entender significados diferentes. Lo llamaste "Verbo", porque por Él, el Padre lo dijo todo, cuando habló, enseguida todo fue hecho (Sal. 33,9). Lo llamaste "luz y vida" porque el Hijo es también la luz y la vida de todas las cosas que han sido hechas por él. ¿Qué ilumina? Nada más que a Él mismo y su Padre: Él mismo se ilumina, se da a conocer al mundo, se manifiesta a los que no lo conocen. Esta luz del conocimiento de Dios había abandonado el mundo, cuando el hombre abandonó a Dios.
La luz eterna se revela al mundo de dos modos, por la Escritura y por la creación (Sal.18; Rm 1,20). El conocimiento de Dios se renueva en nosotros sólo por los textos de la Escritura y la vista de la creación. Cuando estudiáis la palabra de Dios y acogéis en el corazón lo que significa: aprendéis a conocer al Verbo. A través de vuestros sentidos corporales percibís las formas magníficas de las cosas accesibles a nuestros sentidos, y reconocéis en ellas a Dios, el Verbo. En todas estas cosas, la verdad no le revelará nada más que al Verbo mismo, el que lo hizo todo (Jn 1,3); fuera de él, no podéis contemplar nada, porque en Él están todas las cosas. Está en toda cosa que existe, cualquiera que sea.